Doce parámetros para clasificar a las ciudades según el uso sostenible de la energía

Investigadores de la Universidad de Málaga y de la Politécnica de Cataluña plantean un índice de medición
Los investigadores del estudio María José Márquez, Llanos Mora y Mariano Sidrac (de izquierda a derecha).

Una docena de indicadores, divididos en tres niveles según su relevancia, son la base del índice que han realizado investigadores de la Universidad de Málaga y de la Politécnica de Cataluña para medir la eficacia en el uso de energía de cualquier ciudad.

Denominado UESI (Urban Energy Sustainability Index), este conjunto de criterios de valoración permite conocer la eficiencia en el uso de recursos energéticos de manera anual, y así establecer estrategias de gestión urbana, junto a una clasificación de las ciudades.

El modelo integra variables que hasta ahora se analizaban por separado. Los 12 indicadores, además, se agrupan según su importancia. El nivel básico incluye cuatro variables: los combustibles fósiles, la producción local de electricidad y de energía térmica mediante energías renovables, así como la calidad del aire.

En segundo nivel, según señalan desde la Fundación Descubre, los expertos sitúan el porcentaje de vehículos eléctricos, trabajadores que usan transporte público, edificios de alta eficiencia energética y planes urbanos de sostenibilidad energética. Este conjunto se denomina variables instrumentales.

Finalmente, se situarían los indicadores complementarios, referidos a políticas estatales que escapan de las decisiones locales, pero aún así repercuten en la sostenibilidad urbana. El peso de cada indicador también varía: los básicos suponen el 50 % (en particular puntúan combustibles fósiles y calidad del aire), los instrumentales, el 30 %, y los complementarios, el 20 restante, explica la investigadora de la Universidad de Málaga María José Márquez, coautora del estudio publicado en la revista Sustainable Cities and Society.

Entre Málaga y Barcelona

El modelo se aplicó en Málaga y Barcelona, lugares donde se ubican las dos universidades responsables del estudio, y en una ciudad virtual ideal. El resultado obtenido en esas capitales lo establecieron en la escala de 1 a 100 que maneja el EUSI. Mientras que en la Ciudad Condal el valor del índice subió en ocho puntos del año 2008 al 2013, en la localidad andaluz fueron más de diez. Esta última destaca en calidad del aire, reciclaje de residuos sólidos urbanos y uso de renovables en la energía que le llega de producción externa, según el estudio.

“Sacamos muchas conclusiones de similitudes y diferencias respecto al tipo de ciudad”, apunta, en declaraciones a Innovaspain, María José Márquez. Entre estas últimas destaca el mayor uso y desarrollo del sistema de transporte público de Barcelona respecto al de Málaga. Hay que tener en cuenta que el estudio ha puesto el foco en la movilidad a la hora de ir y volver del trabajo, un aspecto clave a la hora de analizar la sostenibilidad de una urbe.

En el apartado de las similitudes entre ambas ciudades, se ha observado una mejora de la sostenibilidad energética a partir de 2008. “Por lo que estamos viendo ahora, que hemos seguido estudiando algunos datos hasta 2016, tenía que ver, por desgracia, con las consecuencias coyunturales de la crisis económica”, explica la profesora de la Universidad de Málaga. Lo que se produjo esos años fue, básicamente, un menor consumo de energia, tanto por un descenso de los traslados al trabajo (debido al aumento del paro y al cierre de empresas) como por la denominada ‘pobreza energética’.

Esa mejoría, por tanto, es solo circunstancial y no aporta motivos para ser optimistas. “Así que todo apunta a que no vamos a ir a mejor: o nos mantendremos o iremos a peor si no modificamos determinados hábitos urbanos”, advierte la investigadora.

El trabajo se desarrolló de julio de 2015 a diciembre de 2016, tras el encargo de la División General de Sostenibilidad de Endesa, empresa que lo ha financiado. La idea del equipo de investigación es aplicar dicho índice a otras ciudades. El problema es que se necesita el acceso a datos que muchos ayuntamientos aún no ofrecen en abierto, así que es necesaria la implicación de alguna universidad o entidad de la propia localidad. En esa línea seguirán avanzando.

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