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La universidad madrileña, garantía del ADN innovador

facultad farmacia
Vista exterior de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid.

La Comunidad de Madrid alberga en su territorio 6 universidades públicas –Alcalá de Henares, Autónoma, Carlos III,  Complutense, Politécnica y Rey Juan Carlos-; 8 universidades privadas – Alfonso X el Sabio, Antonio de Nebrija, Camilo José Cela, Europea, Francisco de Vitoria, CEU San Pablo, UDIMA y Pontificia Comillas); además de la sede central de la UNED. Estas cifras la convierten en la región con una mayor concentración de estudiantes de España y una de las mayores de Europa. En 2018, un total de 310.433 alumnos recibieron formación en alguno de estos 15 centros.

A esta enorme dimensión de la enseñanza universitaria en Madrid contribuye el importante contingente de alumnos procedentes de otras regiones españolas y de muy diversos países extranjeros, principalmente hispanoamericanos y europeos. Las razones de dicha afluencia tienen una triple naturaleza. En primer lugar, se sitúan variables estrictamente académicas, basadas en la amplia y diversificada oferta de títulos y en el prestigio de las universidades.

También ejerce un efecto motivador el propio entorno socioeconómico de la Comunidad de Madrid, dotada de un gran dinamismo económico, capaz de proporcionar buenas expectativas de empleo y desarrollo profesional. Por último, es importante destacar el enorme atractivo que ejerce la nutrida oferta cultural y de ocio, así como su condición de gran espacio para la convivencia.

Sin duda, la oportunidad de tejer una red de protocolos de colaboración bidireccionales entre los mayores potenciales universitario y empresarial de España es una de las bazas más consistentes de la I+D+i madrileña, capaz de atraer talento y proyectar resultados. El principal reto para que el binomio universidad-empresa funcione de una manera efectiva, logre repercusión social y promueva el crecimiento económico es cumplir con éxito el proceso de transferencia. Así lo destacaba recientemente José Vicente Saz, rector de la Universidad de Alcalá y presidente de la CRUMA (Conferencia de Rectores de las Universidades Públicas Madrileñas), al afirmar que “las  tres misiones básicas de las universidades son docencia, investigación e innovación y transferencia del conocimiento”.

A este respecto, hace treinta años fue creada la figura de las OTRIs (Oficinas de Transferencia de Resultados de la Investigación). A día de hoy, esta denominada “transferencia pura” no es suficiente y, como señala la CRUE (Conferencia de Rectores de la Universidad Española) se debe exigir a la universidad una cuarta misión: medir el impacto y alcance que la investigación universitaria genera en la sociedad. Según el estudio “El impacto público y social de las universidades públicas madrileñas”, el propio sistema público universitario supone una importante industria con un gran impacto en la economía de la región. Así, los autores de este estudio destacan que “por cada euro invertido en la universidad, se multiplica la contribución al PIB de la Comunidad hasta los 2,90 euros”.

Asimismo, según el ultimo Informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo,  las universidades madrileñas lideran la participación en proyectos I+D individuales y en cooperación aprobados por el CDTI; y ocupan el segundo lugar en solicitud de patentes nacionales participadas por universidades –un 21% del total- y en solicitudes de patentes internacionales PCT presentadas en la OEPM por universidades – un 17,28% del total-.

Las OTRIs madrileñas

Realizar un análisis pormenorizado de la actividad de todas las OTRIs madrileñas, resultaría inabarcable para el lector, pero sí que tomaremos como muestra el ejemplo de los datos publicados por la Universidad Complutense -primera universidad presencial, en tamaño de la comunidad y de España, en su último informe referido a 2017. En base a estos, estableceremos una serie de conclusiones extrapolables a la mayoría de los centros.

– Tendencia creciente del importe de los contratos con empresas.

– Peso creciente de las fundaciones como músculo inversor.

– Mayor internacionalización: en los proyectos y en el perfil del investigador.

– Incremento en el registro de patentes, modelos de utilidad y software.

– Mejora de las herramientas de transparencia.

– Incremento de los recursos destinados a divulgación. 

Desde el Gobierno Regional, en los últimos años se ha pisado el acelerador para crear un “marco institucional eficiente y responsable que haga del capital humano el centro del sistema de I+D+i de la Comunidad de Madrid” y los 16 centros –públicos y privados– universitarios madrileños se han consolidado como uno de los pilares de su sistema de ciencia y tecnología. 

Junto a las universidades, trabajan una veintena de centros de investigación dependientes de las Administraciones Públicas, además de 46 centros del CSIC, los también 46 Centros de Difusión Tecnológica promovidos por la Consejería de Economía y Hacienda, y los Institutos IMDEA. Todas estas instituciones están perfectamente imbricadas en la red de parques científico-tecnológicos y clusters de la Comunidad de Madrid.

Este reportaje ha sido publicado en la edición impresa del Anuario de la Innovación en España 2018