Tradicionalmente, los estudios de exposición de la población a la contaminación atmosférica utilizan los datos del censo y, por lo tanto, solo tenían en cuenta el punto de la ciudad en el que se localiza el domicilio de cada persona. Un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en colaboración con otras entidades, ha decidido dar un paso más allá y lograr mayor precisión recopilando los datos de geolocalización de los usuarios de los teléfonos móviles.
Así se consigue tener información pormenorizada sobre la distribución de la población en la ciudad a lo largo del día (dinámica de la población). El estudio, en el que trabajan varios miembros del grupo de investigación Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales de la UPM, utiliza esta metodología novedosa para estimar la exposición real de la población.
Los datos de teléfonos móviles o CDR (call detail records) dan información de la posición del usuario cada vez que el teléfono utiliza un servicio de la red. Esta información, convenientemente anonimizada y depurada, permite reconstruir los patrones de movilidad de millones de usuarios, y finalmente, estimar la distribución geográfica de los ciudadanos en cada momento.
Cruzando esta información con los datos de concentración de contaminantes proporcionados por modelos de calidad del aire de alta resolución, es posible estimar la exposición real de las personas a la contaminación atmosférica.
Diferencias en los distritos
La metodología de este estudio, enmarcado en el programa TECNAIRE-CM, se probó en la ciudad de Madrid (España), durante un día, con el fin de evaluar la exposición de la población al dióxido de nitrógeno (NO2). Los resultados se compararon con los obtenidos a través de métodos tradicionales basados en el censo de población. Como señala Rafael Borge, investigador que ha participado en el estudio, “ambas metodologías arrojaron datos de exposición total similares a escala de ciudad”.
“Sin embargo, se detectaron discrepancias relevantes a nivel local, lo que nos llevó a concluir en la necesidad de incorporar patrones de movilidad en las evaluaciones de exposición de la población, a nivel de distrito o de barrio”, añade este profesor e investigador de la ETSI Industriales UPM. Esto es relevante cuando se evalúa el impacto de las políticas de calidad del aire que pueden afectar a áreas de la ciudad como las restricciones de tráfico del centro.
“Aunque a nivel global el resultado sea muy parecido, cuando te pones a mirar con más detalle lo que está pasando en los distritos ya se ve que hay diferencias importantes”. El motivo es que “hay algunas zonas de la ciudad en las que hay más gente habitualmente durante el día que la que teóricamente debería haber según el censo”, explica Borge.
Estos barrios receptores se contraponen con los emisores, es decir, aquellos que tienen menos gente que la censada porque su trabajo se encuentra en otros lugares de Madrid. Estos últimos suelen situarse en la periferia.
La intención del equipo investigador es continuar profundizando en esta línea. “Tenemos interés en seguir explorando vías para calcular la exposición de las personas a la contaminación y apoyar las medidas de mejora del aire en todos los sentidos”, dice el científico en declaraciones a Innovaspain.
“Clasificando la presencia de población por tipo de actividad (casa, trabajo, etc) y por desplazamientos, se podrá comprender mejor la contribución de la exposición en cada tipo de ambiente y con ello, determinar una mejor evaluación del impacto de la contaminación del aire que respiramos –dice Rafael Borge–. También se necesita ahondar más en la investigación con este nuevo método para evaluar la implicación en términos de impacto en la salud y su aplicabilidad en estudios epidemiológicos”.