Sentido común, ética, inteligencia artificial. Estos han sido los grandes conceptos tratados en el simposio Robótica e Inteligencia Artificial, un evento organizado por la Fundación Ramón Areces en el que grandes expertos en la materia se han dado cita para explicar, desde su punto de vista, en qué momento se encuentra actualmente el sector del futuro por excelencia.
Y quién mejor que Ramón López de Mantaras, director del Artificial Intelligence Research Institute (IIIA-CSIC), para hablar de los progresos, desafíos y peligros de la IA. “En la Inteligencia Artificial hay bastantes avances, pero no tantos como se cuentan en los medios de comunicación. Básicamente, es un software con capacidad para resolver problemas complejos que requieren percepción, pero hay varios ejemplos que muestran sus deficiencias”, ha explicado el experto internacional en la jornada de ayer.
Uno de ellos es “el del gato”: si se sale de casa después de haber instruido a un robot para que prepare una comida rica en proteínas, pero no hay carne, puede que al volver el gato haya desaparecido. “Un robot no tiene por qué saber que el valor energético de nuestra mascota es mucho menos importante que el sentimental. Esto está relacionado con compartir estos conocimientos y dotar de sentido común a la IA”.
Por ello, este sector se dirige por otros derroteros, como la sanidad, un campo en el que sí se ha demostrado que se puede avanzar de forma muy significativa. De hecho, ya hay softwars del llamado Deep Learning que son capaces de analizar, de forma combinada, imágenes médicas de rayos X, MRI y ultrasonidos para conseguir dignosticar el cáncer de mama “mejor que los médicos”. Asimismo, en la Carnegie Mellon University, han creado un sistema de predicción que calcula, con cuatro horas de antelación (en lugar de unos 30 minutos por parte de los cardiólogos) las probabilidades de tener un infarto.
Son grandes avances, muy significativos, pero todavía no son los que se suelen anunciar a bombo y platillo. Y para muestra un botón: uno de los nuevos gurús de lo digital, Reed Hastings, el CEO de Netflix, es muy crítico con el Big Data, y afirma que los resultados de los análisis automáticos de datos “a menudo no superan el instinto humano”. Para él, el factor humano “sigue siendo fundamental”.
La ética y los valores humanos tienen que seguir predominando en esta área. Una “máquina” capaz de contestar una pregunta, como Siri o Cortana, nunca tendrán la misma percepción ni el mismo lenguaje. “O por lo menos, no de aquí a 20 años” ha apuntado. Para López de Mantaras, ese es el gran desafío. Dotar de sentido común, “aunque solo sea un poco”, a las máquinas.
Es claro el ejemplo de Tesla, una compañía que realiza una gran apuesta por la sostenibilidad y la tecnología, pero que en ocasiones “se precipita con sus planteamientos”. Hace relativamente poco, un hombre falleció en California al poner el piloto automático en uno de estos vehículos. “No somos realistas, no estamos preparados, la tecnología no está preparada, hay fallos […] Tampoco estoy de acuerdo con las acusaciones apocalípticas hacia la IA, como las que hace Stephen Hawking, pero aunque haya razones para el optimismo, la Inteligencia Artificial no es un fenómeno que aparecerá de golpe en nuestras máquinas”, ha sentenciado.