Vicente Zapata es humilde. Tras esta simple definición –sencilla, como suelen ser las palabras que dicen cosas importantes– se encuentra un hombre que hace nueve años decidió hacer del mundo un lugar mejor. Y qué mejor lugar para empezar que un barrio de Tenerife. El objetivo final era el mismo que el de hoy: dar trabajo a los que no lo tienen; eso sí, dando por hecho que lo que él tenía delante eran hombres y mujeres, no números. Acordó consigo mismo que si una sola persona era capaz de salir hacia delante gracias a su proyecto, él se daría por satisfecho. Hoy hay 2.000 nuevos trabajadores gracias a la iniciativa Barrios por el Empleo.
Esta política pública, de alcance insular –concretamente en la isla de Tenerife–, tiene como objetivo la mejora de la empleabilidad y la inserción “sociolaboral” de personas que tienen dificultades para integrarse al mercado. Y no están solos. Además, cuentan con el apoyo de otras siete organizaciones públicas y privadas que han hecho que esta estrategia pase de los 30.000 euros iniciales a los 3.000.000 de euros con los que cuentan actualmente.
“El proyecto –explica Zapata–se puso en marcha porque la propia región, la vecindad, los técnicos o la comunidad se preguntaban si, dados los indicadores de desempleo y su tendencia creciente, desde un barrio se podría hacer algo para paliar esa situación. Pero aunque todo siga teniendo ese carácter experimental, ya que no hay que olvidar que Vicente Zapata es profesor de Geografía Humana en la Universidad de La Laguna y la educación y la investigación son su vida, no deja de ser un proyecto en el que se han depositado varios sueños. “El primero ya se ha cumplido, porque en el 2009 era pasar del barrio al distrito. Era un sueño muy a corto plazo. Y lo cumplimos. Del distrito al municipio. Del municipio a la isla. Ahora nuestro sueño es pasar de la isla al conjunto de la región, aunque ya se han hecho diferentes contactos y hemos ido a otras islas a contar nuestra iniciativa”, indica.
Pero, ¿cómo funciona? Zapata lo explica de manera sencilla: “nosotros trabajamos de forma particular con la persona, intentando aportarle aquello que le puede faltar para incorporarse a una ocupación determinada, sin olvidar actuar en el barrio, para que encuentre apoyo en su comunidad de referencia; consiguiendo así que el problema individual del desempleo se convierta en el reto colectivo del empleo”. Ni más ni menos. No hay estadística en esta fórmula, solo personas. Intentan que este problema y su solución sean colectivos, que sea el barrio, el distrito el que le dé la solución. Pero no a través de una prestación solamente, o a través de una respuesta asistencialista: intentan organizar todos los recursos que tienen.
Barrios por el Empleo ha generado un nuevo modelo de inserción socio-laboral que pone a la persona en el centro de la intervención, de forma que se integran plenamente en un proyecto colaborativo donde ellos mismos ayudan a los equipos técnicos a diseñar la hoja de ruta de su propio proceso de mejora. ”Nuestro desarrollo metodológico es bastante novedoso ya que apostamos por el protagonismo de las personas que se involucran en el proyecto para que pasen de ser beneficiarios o usuarios a participantes”, destaca Zapata, que cita a la Fundación Ashoka y a la Fundación Aquae como «las causantes de todo este impulso hacia mi persona y el proyecto».
No han tenido ni una crítica por su trabajo. De hecho, lo más difícil ha sido también su mayor acierto: que algo en donde intervienen muchos actores no parezca “hecho para todos”. Es un proyecto único recibido por personas muy diversas. “Lo que nos encontramos nosotros, y de hecho hemos tenido que hablarlo con el Cabildo, es que llega un momento en el que tenemos demasiadas personas candidatas a participar en el proyecto; nosotros ayudamos a los que son protagonistas de su propio proceso, pero a veces tenemos más personas de las que podemos atender o podemos acompañar con este método y eso genera ciertas tensiones a nosotros mismos, porque no podemos aplicar la metodología como deberíamos”.
Hace dos semanas, al momento de realizar la entrevista, Zapata contó que, mientras estaba haciendo una entrevista para universitarios, le entró sed, por lo que se fue a comprar un zumo. En el bar se encontró a una mujer que ya había estado en Barrios por el Empleo. Y su paso no pudo ser mejor: llevaba cinco años y medio trabajando, y ahora estaba haciendo un módulo de formación profesional para estabilizarse en el mercado laboral. Con un pie en clase y otro en la calle, Vicente Zapata ya ha cumplido, por mucho, su propia promesa. Ha valido la pena.