Por Francisca Rojas - Esta columna fue publicada originalmente en el blog Ciudades Sostenibles del BID.
La Villa 31 es el asentamiento informal más emblemático de Buenos Aires. Ubicada a pocas cuadras de la Recoleta y Puerto Madero, zonas residenciales y comerciales de alto valor inmobiliario, la Villa 31 se intercala entre las infraestructuras urbanas de los trenes, el puerto y la autopista Illia, acceso principal a la icónica Avenida 9 de Julio. En sus 32 hectáreas viven aproximadamente 43 mil personas en un entorno urbano que registra grandes inequidades en relación al resto de la ciudad: un 22% de los hogares viven en condiciones de hacinamiento, mientras que en la ciudad esa cifra es 1,8%. Por otra parte, existen solo 0,3m2 de espacio público por habitante, en contraste con los 6 m2 por habitante disponibles en el resto de la ciudad hay. En el ámbito social, un 64% de los adolescentes (entre 18 y 25) no terminaron la escuela secundaria, cuando esa cifra en la ciudad es 18% (Fuente: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires). Asimismo, la villa no cuenta con servicios básicos de calidad, como agua, cloaca y electricidad formal.
Sin embargo, este mismo entorno urbano también representa calidades urbanísticas que hoy en día se consideran altamente sostenibles. Las estructuras—autoconstruidas por sus habitantes—son de usos mixtos, muchas veces incorporando espacios comerciales y de trabajo en conjunto con espacios de habitación. La gente se mueve por las calles a pie y en bicicleta, y esas mismas calles son espacios de convivencia y recreación. La ubicación central del barrio le da a sus habitantes proximidad a oportunidades de trabajo, y es por ello que desde la década de 1930 la Villa 31 ha albergado inmigrantes que llegaban a Buenos Aires a trabajar en el puerto y los ferrocarriles. En muchos aspectos, la Villa 31 es el barrio tradicional que tanto elogió la madre del urbanismo, Jane Jacobs.
Luego de décadas de incertidumbre sobre el futuro de este barrio–hubo dos instancias de desalojos (1980 y 1996) y esta posibilidad persistió hasta 2010–en 2016 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se comprometió con la urbanización e integración de la Villa 31. Con este fin, se crea la Secretaría de Integración Social y Urbana con el mandato exclusivo de transformar la “Villa en Barrio” a través de un Plan Integral Urbano. El Plan busca dotar al barrio de infraestructura básica, conectividad urbana, y mejoras en la habitabilidad de viviendas y comercios, así como llevar adelante inversiones detonantes acompañadas de acciones de carácter social, educativa, y económica que integren el barrio a la ciudad y la ciudad al barrio.
La implementación del Plan cuenta con el apoyo del Grupo BID y del Banco Mundial, reconociendo que, por un lado, el proyecto de integración social y urbana de la Villa 31 representa un importante desafío para Buenos Aires, y por otro, que el enfoque que se está promoviendo está en la frontera de las actuaciones urbanas en la región y será un referente para este tipo de transformaciones urbanas en toda América Latina.
El Grupo BID apoyará este esfuerzo destinando USD$ 150 millones de financiamiento al mejoramiento de viviendas y comercios; a nuevos espacios públicos y áreas verdes; un nuevo Polo Educativo, que incluye tres escuelas y el traslado del Ministerio de Educación de la Ciudad; y actividades que potencien el desarrollo económico del barrio. Además, la Corporación Interamericana de Inversiones (IIC) financiará US$100 millones a Autopistas Urbanas para desviar el tránsito de la autopista Illia que sobrepasa y divide la Villa 31 por la mitad, generando inseguridad y una calidad ambiental adversa. Por su parte, el Banco Mundial dedica US$170 millones de financiamiento para obras de servicios básicos, infraestructura vial, y nuevas viviendas para familias relocalizadas por el desvío de la autopista Illia.
Aparte del financiamiento del proyecto urbano ya descrito, el Grupo BID redobla su compromiso con la Villa 31 a través de la decisión de instalar su nueva oficina local en el barrio, dando un impulso fuerte al efecto integrador y detonador de las otras inversiones. Esta será la oficina más grande del BID en la región, y será un símbolo de nuestros valores y compromiso a mejorar vidas y desarrollar ciudades más equitativas y sustentables.
Todas estas iniciativas están recién iniciando y marcan un cambio importante para los vecinos, organizaciones comunitarias, y otros aliados que han trabajado durante décadas para reclamar el arraigo al barrio que han construido. Hoy el compromiso es que esos vecinos puedan acceder a todas las oportunidades y todos los beneficios que ofrece la ciudad.