Dentro de la biotecnologia, la medicina genética es una de las abanderadas de la medicina del futuro. Todo cambió hace apenas un par de décadas, cuando la secuenciación del genoma humano inauguraba la era ‘5P’ de la medicina: predictiva, preventiva, personalizada, precisa y participativa. En 2016, VIVEbiotech se sumaba a esta revolución. La compañía guipuzcoana se ha convertido en la única empresa acreditada en España para la producción de vectores lentivirales destinados a ensayos clínicos comerciales.
Como explica a Innovaspain el neurólogo Gurutz Linazasoro, CEO de VIVEbiotech, “a partir del conocimiento de la base genética de distintas dolencias, pueden elaborarse dispositivos de diagnóstico con capacidad de predecir el riesgo de sufrir una determinada enfermedad e identificar dianas para tratamientos preventivos. De igual forma, es posible diseñar terapias personalizadas y de exquisita precisión, cuyo prototipo es la terapia génica”.
En estos desarrollos influye además la mejora experimentada en la manufactura y producción de ventores virales. “Se trata del sistema de transporte empleado para que el gen llegue al interior de las células y realice su acción terapéutica. Todo ello explica que la terapia génica sea ya una realidad con un brillante futuro para lograr su objetivo: curar enfermedades hasta ahora incurables”.
Fortalezas de VIVEbiotech
Integrada en la Estrategia RIS3 Euskadi, VIVEbiotech es parte de un reducido grupo formado por una treintena de empresas de todo el mundo que persiguen un objetivo similar. Uno de los valores diferenciales de la compañía es el Lentisoma, un producto patentado dentro y fuera de nuestras fronteras. “También nos han posicionado la flexibilidad, el precio y, sobre todo, el conocimiento de la virología”, destaca Linazasoro. “El cliente valora que le acompañemos durante los años que dura el desarrollo de un producto de terapia génica; desde las primeras fases hasta su comercialización”.
El CEO de VIVEbiotech opina que el futuro para compañías como la que dirige es alentador. “Es de esperar que, a partir de 2025, cada año sean aprobados entre 10 y 20 productos relacionados con la terapia génica. Cada vez más productos llegarán a la fase comercial. Esto implica y garantiza una necesidad recurrente de vectores virales. En cualquier caso, a día de hoy, la demanda ya supera con creces la oferta. De hecho, la producción de vectores lentivirales es el cuello de botella de muchas terapias”.
Para afrontar el desafío, VIVEbiotech prevé ampliar sus instalaciones e incrementar así su capacidad productiva. En esta nueva etapa, el Lentisoma y sus derivados mantendrán un papel protagonista a la hora de ganar cuota de mercado. El actual plan estratégico de la compañía (2020-2022) contempla inversiones que suman unos 20 millones de euros.
Curar lo incurable y abaratar costes
Las terapias génicas tienen en el punto de mira las enfermedades raras y el cáncer. Con medicamentos específicos ya comercializados, el último informe de la Alliance Regenerative Medicine habla de 1.200 ensayos clínicos de terapia génica y celular solo para tratar diferentes tipos de cáncer.
La oncohematología concita gran parte del interés de la industria biotecnológica mundial. Estrategias como la inmunoterapia (CAR-Ts, NK, TCR, etc) han demostrado curar hasta un 75 % de casos de formas muy malignas de leucemias y linfomas que de otro modo provocarían la muerte del paciente.
VIVEbiotech produce actualmente vectores lentivirales para 34 proyectos de terapia génica. El 90 % de sus clientes son compañías biotecnológicas asentadas en EEUU, Europa, Reino Unico, Corea del Sur, Japón, Tailandia, Israel y Australia. En este momento, 17 de sus desarrollos son inmunoterapias (CAR, NK, TCR) destinadas a luchar contra leucemias, linfomas o el mieloma múltiple, y el resto son terapias para enfermedades minoritarias.
“El gran objetivo que tenemos como compañía es que las terapias que contribuimos a crear lleguen al paciente”, afirma Gurutz Linazasoro. “Para ello es preciso abaratar los costes de producción. Es un reto universal”. El CEO de la empresa considera que el precio de las actuales terapias génicas es una limitación para su aplicación generalizada, “incluso si los Sistemas de Salud públicos adoptaran estrategias de riesgo compartido para satisfacer su coste”.
La biotecnología como parte de la recuperación del país
“La biotecnología es ciencia al servicio de la humanidad. Sus disrupciones salvan vidas, contribuyen a una mejor alimentación o a preservar el medio ambiente”. Linazasoro recuerda cómo la industria se volcó “desde el primer minuto” para luchar contra la pandemia “con innovación y cooperación”. El directivo opina que la COVID puede ser una oportunidad “para que la biotecnología y las demonizadas grandes farmas reconecten con la sociedad. No olvidemos que la biotecnología es clave para estar bien preparados de cara a próximas pandemias”.
En este sentido, desde la irrupción del SARS-CoV-2 la inversión en biotecnología ha aumentado y el mercado de la terapia génica no ha dejado de crecer. Dentro de ASEBIO, donde VIVEbiotech lidera el grupo de terapias avanzadas, la compañía está trabajando para que la biotecnología sea considerada un área estratégica en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. “Es un sector paradigmático de lo que significa transformar y modernizar un país además de generar empleo de calidad entre la juventud, en especial las mujeres. Sería una gran decepción que no fuera así”.
Reinventar las alianzas público-privadas
El Gobierno Vasco entendió mucho antes la relevancia del sector. En el año 2000 puso en marcha la Estrategia Biobasque y la RIS3 de especialización inteligente ha supuesto un nuevo impulso para la biotecnología. El resultado es la existencia de una masa critica de investigadores en temas bio en el País Vasco dentro de un ecosistema que, según Linazasoro, es preciso cohesionar “creando cadenas de valor capaces de transformar la I+D en PIB; la ciencia en industria”.
Con ese objetivo, el CEO señala que VIVEbotech promueve desde su nacimiento el despegue de ese ecosistema en base a una focalización inteligente “y a una colaboración público-privada intensa” que debería materializarse en un gran fondo de capital. “La idea es seguir el ejemplo de países líderes en la creación de startups, como Israel”. De hecho, hace 5 años, propusieron crear el Fondo GUK EGIÑA siguiendo la estela de YOZMA, el gran fondo público-privado israelí.
El proyecto LeGEND, liderado por VIVEbiotech, es una de las dos iniciativas que sustentan GANTT (Gipuzkoa Advanced New Therapies Territory), que el Gobierno Vasco ha incluido como proyecto PERTE en la iniciativa Euskadi Next para optar a fondos europeos. “El alineamiento es obvio”, añade Linazasoro.
El futuro
En los próximos años, Linazasoro prevé que surjan más modalidades de terapia génica (ARN de interferencia, silenciamiento génico, oligonucleótidos). “La visión más teórica nos sitúa ante terapias génicas preventivas que se realizarán in utero, en épocas precoces de la vida o años antes de que cualquier enfermedad manifieste sus síntomas”.
El directivo vislumbra además nuevos sistemas de transporte de genes basados en nanotecnologías y la manipulación del genoma con edición génica (CRISPR, Premio Nobel en 2020). “La edición génica de la mano de la tecnología CRISPR hará que la terapia gane en precisión y versatilidad. Además, la modificación genética se aplicará en el medio ambiente, la alimentación o la ingeniería tisular”.
Haciendo “un ejercicio de futurismo” sobre VIVEbiotech, Linazasoro cree probable que, en 2045, produzcan más barato gracias a una mayor eficiencia lograda desde el progreso científico y tecnológico, “nacido en parte de nuestra propia I+D”. En ese nuevo escenario influirán además el abaratamiento de equipos y material fungible y a la automatización de procesos.
“Utilizaremos más de un sistema de producción y de manipulación y transferencia génica, en función de las necesidades de cada terapia particular. No obstante, trabajamos con material biológico (genes, células y virus), cuyo comportamiento varía en cada producción y la convierte en pionera, única y diferente. Esta realidad biológica dificulta la creación de un sistema de producción universal y el saber humano seguirá siendo indispensable”, concluye Linazasoro.