“Reconozco que no he sido una Greta Thunberg, ni he vivido en las montañas lejos del consumismo”, admite Ana de Santos. Tras dedicarse al periodismo especializado en moda y belleza, y a consumirla sin la conciencia actual, la maternidad fue para ella un punto de inflexión y la pandemia de COVID fue el empujón definitivo para abrazar la sostenibilidad como piedra angular en su vida laboral. “Quiero que mi hijo disfrute de la naturaleza y el bienestar que yo he tenido”, explica.
Se ha especializado en periodismo ecosostenible en las diferentes áreas de la sociedad, lo que la ha llevado a escribir su primer libro, Vivir sin huella (Editorial Zenith), en el que traslada su conocimiento en forma de guía práctica con 250 cambios que son buenos para el planeta y también para nuestro bienestar. “Con mucha humildad y a través de mi experiencia personal en mi libro cuento ideas y consejos para tener menos huella ambiental y ecológica”.
Conectar con la proximidad para reducir la huella plástica
También incluye ejercicios prácticos para que sea una especie de diario con el que ir sumando, por ejemplo, desde la alimentación. “Comprar productos de proximidad en mercados ayuda a reducir esta cantidad ingente de huella plástica, un gesto sencillo que además ayuda a comer de temporada y de proximidad. Y sin darnos cuenta, hemos evitado una gran cantidad de huella de co2 de alimentos fuera de temporada, que vienen de lejos y envasados en plástico”.
Otras de las recomendaciones que propone la autora es usar vidrio para sustituir al plástico y cambiar el papel de aluminio por cera de abeja. “Sus propiedades antibacterianas y su capacidad de reutilización es otra de mis propuestas para la alimentación”. A lo que suma la propuesta de evitar los congelados para ayudar a reducir envases y no usar bolsas para las diferentes frutas. Para tomar conciencia de todo ello, apunta la importancia de salir a la naturaleza. “Estar en contacto con ella tiene muchos beneficios físicos, mentales y ayuda a reflexionar sobre lo importante que es no contaminar con nuestros medios de transporte”.
“El fast fashion se usa 7 veces de media y después se tira o se queda en el fondo del armario”
Para Ana de Santos, a diferencia de lo que a priori pueda parecer, el camino a la sostenibilidad no es sinónimo de un aumento en el ticket de la compra (tanto en alimentación como en ropa o cosmética), sino todo lo contrario. “De media se estima que el fast fashion se usa 7 veces y después o se tira o queda en el fondo del armario, pues no tiene la suficiente calidad para ser reciclada ni donada. Nos hemos confundido creyendo que ahorrábamos comprando camisetas a 5 euros, mientras tirábamos el dinero y los recursos”. En cuanto a cosmética, subraya que las marcas que apuestan por las recargas facilitan poder ayudar al planeta y al bolsillo reduciendo envases y haciendo la recarga más económica.
En el camino hacia la sostenibilidad, hace alusión en su libro a la “ecoansiedad”, que se refiere a la angustia que mucha gente sufre al escuchar las cifras catastróficas de la contaminación y la crisis climática. A su parecer, no debemos afrontar las cosas con complejo de culpa. “Tras identificar en qué nos hemos confundido, veo con optimismo que podemos cambiar las cosas y mejorar nuestro planeta con gestos individuales que se convierten en colectivos y transforman”. Esto es, para la autora, una de las claves para avanzar sin frustrarse, experimentando el bienestar de cada uno sobre sus propios cambios.
“No hay que caer en el greenwhasing para vender más. El consumidor no es tonto”.
La periodista también asesora a empresas para guiarlas en su transición sostenible, transmitiendo la importancia de que el consumidor vea los esfuerzos “sobre todo en las pequeñas empresas a las que cada cambio les supone un gran desembolso en comparación a su volumen”. Subraya la importancia de dar el primer paso y ser transparente en este proceso. “No hay que caer en el greenwhasing para vender más, el consumidor no es tonto. Deben ir dando los pasos sobre firme y comunicar el punto en el que se encuentra, en el que quieren estar, y lo que han decidido hacer para lograrlo”.
De la unión entre su profesión como periodista y su pasión como buceadora nació también el proyecto medioambiental ‘Oxígeno Azul’ para visibilizar la importancia de proteger nuestros mares, en concreto el Mar Mediterráneo. “Teniendo la capacidad de impactar decidí que quería acercar el mar a la vida de todas las personas. Mi misión es evitar que sigan viviendo de espaldas al mar y trasmitirles qué hay en su interior para hacerles conectar y que lo dejen de tratar como un basurero”.