wardoo pulsera

La distancia social es, sin duda, una de las medidas sanitarias más aconsejadas. Con el objetivo de limitar la exposición al nuevo coronavirus, fue una de las primeras recomendaciones que se aplicaron en todo el planeta. 

Conscientes de esta nueva realidad, un grupo de emprendedores españoles decidió crear Wardoo, una pulsera que vibra o suena cuando dos personas o más están a menos de 1,5 metros de distancia. Aunque cada cliente regula el límite de esta distancia, ya que cada país ha establecido un criterio diferente.

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En España, el Gobierno recomienda una distancia de 2 metros, en Estados Unidos los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) la han establecido en 1,8 metros (6 pies) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha fijado en al menos 1 metro.

En cualquier caso, hay consenso sobre la necesidad de mantener esta distancia ya que, como ha explicado la OMS, el virus se transmite principalmente por gotículas que son exhaladas al toser o al hablar durante un contacto estrecho y prolongado entre dos personas.

“En mitad del confinamiento, vimos la necesidad que había de mantener la distancia social y se nos ocurrió inventar este gadget”, cuenta Carmelo García, 32 años, uno de los fundadores de Wardoo y CEO de la startup. García se dedica a la publicidad desde hace más de 10 años y, además de trabajar en este proyecto, lo hace para una multinacional.

El equipo está compuesto por otras cinco personas, desde ingenieros hasta desarrolladores informáticos, de entre 30 y 40 años: Jacob Domínguez, Alfredo Sánchez, Francisco Ortiz, José Antonio Aguilera y Luis Miguel Abrego.

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La pulsera (que funciona solo si alguien más lleva una puesta) permite a quienes gestionan un espacio saber qué personas han estado en contacto con la persona que tiene COVID-19. Esta posibilita hacer la “trazabilidad” en caso de que haya un contagio en un evento, un colegio, un hospital, una residencia de ancianos, o un concierto, precisa García.

En mayo comenzaron a comercializarlas y, desde que las lanzaron, han vendido cerca de 100,000, a 30 euros cada una. Desde entonces, la demanda no ha parado de crecer. “Hay una demanda brutal ahora mismo. Tenemos una producción aproximada de unas 50.000 pulseras cada 15 días. La fábrica está colapsada”, asegura.

En España, ha sido vendida por ahora a empresas, colegios, administración pública, sobre todo. Fuera del país, Wardoo ha vendido sus pulseras especialmente a multinacionales de logística y a grandes petroleras en América Latina.

Chile, Brasil, México y Colombia son los cuatro países que más están comprando”, detalla García. En el primero de estos, el principal productor de cobre del mundo, uno de sus principales clientes es la principal extractora minera del país.

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Esta tecnología permite a grandes empresas de este tipo no mandar a todos a casa en caso de que haya un contagio. “Es una manera de saber con qué personas ha estado en contacto ese individuo, con lo cual no hace falta enviar a todo el turno a casa”, asegura. En este caso, el impacto económico “es ínfimo o menor”, añade.

García advierte de que las pulseras no almacenan ningún dato personal, “lo que te dan es un código alfanumérico y las personas encargadas de gestionarlas saben a quién pertenece este código”.

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