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Cosentino

Medir la savia: por qué el estrés de las plantas se va a acabar

El centro ITE es el líder del proyecto Watchplant, en el que han creado un biosensor que monitoriza la calidad del ambiente a través de la savia
savia watchplant
El biosensor se instala en el tallo y, en cinco minutos, mide las hormonas vegetales. (Imagen: ITE)

De momento sólo se ha probado en tomates y calabazas, pero el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) asegura que su innovador biosensor —el primero de estas características—, que es capaz de monitorizar el estrés de las plantas a través de la savia, podrá aplicarse a cualquiera que cuente con un tejido blando. Esto es el proyecto europeo Watchplant, que se encuadra también dentro de un proceso de transición energética que busca fomentar el uso de tecnologías más limpias.

Fuentes del ITE cuentan que Watchplant se enmarca en la tendencia de monitorización descentralizada, donde la toma de datos in situ aporta capacidad para actuar de forma rápida. Una tendencia, aseguran, muy establecida en salud, pero en el campo de la monitorización vegetal no se había llegado a medir in situ parámetros en savia que indican el estrés en la planta. 

«Con este dato se puede determinar si la planta se encuentra o no en un ambiente favorable y realizar medidas de prevención. Además, nace de la necesidad de avanzar hacia la transición energética, a lo que el área de Biosensores y Biopilas del ITE contribuye con biopilas enzimáticas, capaces de generar energía a partir de fluido biológicos», explican. 

En definitiva, lo que se busca en el ITE es «fomentar el uso de energías más limpias y respetuosas con el medioambiente», y el hecho de utilizar sensores que puedan alimentarse de la propia planta en la que están colocado hace que estos pequeños equipos puedan funcionar con un fluido, como es la savia, tanto para producción de energía, como para medidas in situ.

De dónde viene

No es sólo sensorización. Este proyecto va más allá. Y es que no sólo se busca que los biosensores se autoalimenten de la savia de las plantas, sino que ha permitido que se pueda evaluar la calidad del ambiente en el que se encuentran dichas plantas, ya que condiciones como la contaminación o la sequía les afectan. 

«El proyecto se ha aplicado a la monitorización de la calidad del aire a partir de la salud de la planta, pero puede aplicarse a cualquier ambiente lo cual tiene beneficios para múltiples sectores como el agroforestal, la agricultura inteligente y la conservación de ecosistemas», apuntan las mismas fuentes. Y también apuntan que el proyecto ha recibido financiación de la Unión Europea dentro del Programa H2020 FETPROACT Topic: Environmental Intelligence.

Cabe destacar que el ITE ha sido el líder del proyecto Watchplant, con una idea propia que ha ejecutado en un proyecto consorciado con centros de alto prestigio internacional. Por ello, subrayan, ha coordinado «cada una de las tareas» realizadas por un consorcio multidisciplinar europeo. Y, en este caso, ITE ha aportado toda su experiencia y capacidades dirigidas a fomentar la transición energética en materia de biosensores electroquímicos y biopilas.

Funcionamiento

Su funcionamiento es «sencillo». El biosensor de Watchplant se instala en el tallo de la planta y mide su composición. Concretamente, mide hormonas vegetales «en unos cinco minutos», y actualmente los análisis, además de no ser in situ y requerir laboratorios especializados, llevan varias horas. 

«Además —recuerdan—, este sistema puede adaptarse a cualquier molécula, por lo que se abre un amplio abanico de posibilidades para la monitorización vegetal aplicable a la gestión de recursos en agricultura o prevención de plagas».

Sobre la importancia de la savia, señalan que podría compararse con la sangre en los humanos. «Es un fluido altamente importante para la monitorización de patologías y procesos fisiológicos que, en el caso de las plantas, normalmente es altamente influenciado por la calidad del ambiente en el que se encuentra.  Además, los sectores que se pueden beneficiar de este desarrollo tienen un alto potencial económico».

Por último, es preciso destacar que el precio de estos sensores sería de «bajo coste, teniendo en cuenta la innovación tecnológica que suponen», con un precio muy asequible que facilitaría su implantación.

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