Wolfgang Ketterle, Premio Nobel de Física

Wolfgang Ketterle Premio Nobel de Física

“¿Qué es la luz para mí? Pues algo maravilloso: es la energía, es la primera experiencia del hombre, es la iluminación, son fotones, son ondas electromagnéticas; pero también es el mayor objeto de estudio para la ciencia”, afirma Wolfgang Ketterle, galardonado con el Premio Nobel de Física en el año 2001 por sus estudios sobre la condensación de Bose-Einstein.

Sus casi dos metros de altura alargan aún más una habitación donde se sienta cómodo, estirado; como si el profesor del MIT hubiera pasado toda la vida allí. El motivo de su viaje a Madrid, gracias a la Fundación Ramón Areces y a la Real Sociedad Española de Física, pasa por hablar con los periodistas sobre sus estudios sobre la condensación de Bose-Einstein, el cero absoluto, o la materia más fría del universo. La luz, tan presente en sus tesis, cobra auténtica vida, como si de una persona se tratase.

Toda la ciencia electrónica viene de ahí. Las personas, a veces, no tienen ni idea de lo que significa la luz para ellos, pues sirve, desde tiempos inmemoriales, por ejemplo, para la comunicación óptica. Todas las universidades la estudian para sus proyectos… Insisto, es algo maravilloso”, aclara Ketterle. Y es que, según él, “todo el mundo sabe que la luz es algo necesario y especial, pero a veces no entienden el porqué”.

Los láseres industriales (utilizados para nanoestructuras), la meteorología, los relojes atómicos (los más precisos), los sistemas de posicionamiento global (GPS, en inglés), los nuevos usos en materiales, e incluso los nuevos materiales, forman parte de algunas de las múltiples aplicaciones de la condensación de Bose-Einstein, un estado de agregación de la materia (cuando cualquier sustancia puede modificarse por su presión o temperatura), que hace que las partículas pasen a un nivel de mínima energía. Para Ketterle, la mayoría de las aplicaciones de esta condensación permiten entender los materiales que nos encontramos día a día. Es decir, que sus usos permiten que las demás ramas de la ciencia puedan seguir innovando.

“Si hablamos del cero absoluto como una posibilidad real para el ser humano, podríamos decir que es prácticamente imposible alcanzar su límite. Podemos acercarnos lo máximo posible, aunque llegar a esa temperatura es inalcanzable”. Aun así, ¿en qué nos afecta ese cero absoluto (la temperatura mínima a la que se puede llegar)? “En que cuando una temperatura llega lo más cerca posible al cero absoluto, las partículas de los materiales van perdiendo su energía de una forma paulatina. Mientras tanto, se superponen creando un superátomo (o algo parecido), a lo que conocemos al condensado de Bose-Einstein”, que es lo que nos permite tener todas las aplicaciones antes citadas.

“La gente siempre quiere tener nuevas ventajas para el futuro. Que todo sea más fácil. Y es la Física la que da las claves para las aplicaciones puedan ser desarrolladas. Las consecuencias de esta ciencia son enormes, ya que, aparte de que todas dependan de ella, nos permite conocer de dónde venimos y hacia dónde vamos”, asegura Wolfgang Ketterle.

Aunque él mismo, el máximo defensor de la Física como instrumento para aplicaciones cotidianas, cree que su futuro es inexacto.“Cuando comenzaba el siglo XXI todo el mundo creía que se descubrirían los secretos más ‘oscuros’ del universo. Que sabríamos todo sobre él y sus materiales. Pero, todavía, desconocemos más del 95% del universo”.

Para aprender aún más sobre ese infinito universo existen personas preparadas desde jóvenes, todas ellas con un solo objetivo: descubrir nuevos horizontes. Según Ketterle, estas personas son los niños. “La Física no es algo fácil. Por su fama, la Física es menos atractiva que otras carreras. Pero, ¿descubrir cosas no es algo intrínseco del ser humano? Todos los niños fantasean con el descubrimiento de América, con los avances biológicos, con la exploración como actividad primaria. ¿De dónde viene el hombre? Me gustaría decirles, a través de este medio, que le den una oportunidad a la exploración de cualquier cosa. A la ciencia”, explica. Por si acaso, insiste: “que le den la oportunidad al verbo explorar y, sobre todo, a la palabra ciencia”.

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