“La evolución del turismo en una ciudad como Barcelona, que es un turismo urbano o vacacional, dependerá de nuestra capacidad para crear nuevos puntos de referencia”. El Concejal de Turismo e Industrias Creativas en Barcelona, Xavier Marcè, cuenta en una entrevista con Innovaspain que la capital catalana ha de dar un paso más, que explotar iconos universales de la ciudad como Gaudí y el modernismo ha quedado en el pasado.
“Hay que romper con qué es o único importante que ofrecemos”. Su deseo es igualar el peso de otras opciones socioculturales de la ciudad y ponerlas en un punto tan competitivo como esas “que son mucho más apetecibles a corto plazo”. Las han convertido en símbolos las agencias internacionales que planifican en el turismo.
¿Qué es la innovación para usted?
Es la capacidad de transformar una actividad con inyección tecnológica y dirección creativa, con la finalidad de mejorar sus objetivos intrínsecos y se convierte en un problema cuando no se tiene un objetivo fijo.
¿Cuál diría que es el proyecto más innovador en el que actualmente están trabajando?
Nosotros nos enfocamos en el mundo de las industrias creativas, sobre todo de moda, arquitectura y también en las derivaciones del videojuego. Queremos establecer los máximos puentes entre estos aspectos y la actividad económica normal. Pongo ejemplos: coger el comercio de proximidad que tiene una serie de problemas de cambio y relacionarnos con el mundo del diseño para competir mejor con el comercio digital.
Es lo que vemos más práctico: cómo utilizar la industria creativa, no como un sector que se explica por su propia capacidad de crear contenidos, que la tiene; sino por su capacidad de intromisión, de la afectación al gusto tradicional para cambiarla. Eso es lo que significa pasar de la economía vieja a la nueva.
¿Cuáles son los mayores retos que tienen dadas las circunstancias?
La pandemia es una crisis sanitaria, pero también ha provocado que entremos en el siglo XXI de golpe y eso significa una vuelta de tuerca en una cuarta, quinta o sexta fase del capitalismo. No hago un análisis político, hago una definición puramente descriptiva. Hemos de considerarlo también una oportunidad. Sería un error garrafal no entender que lo que está pasando ahora es una transformación socioeconómica muy importante a escala global. El turismo es parte de este proceso y tiene dos elementos que son a mi juicio, especialmente interesantes.
Uno es eso que la industria de la movilidad, que ha creado un estadio en el cual un porcentaje cada vez más alto de la población mundial tiene la capacidad económica y los imaginarios y estímulos para querer conocer una parte del mundo. Es esencial porque hace cincuenta años viajar era muy caro, y ahora se ha abaratado. En segundo lugar, también es una manera de interconectar comunidades. Tiene partes muy buenas y muy malas: Nos hace a todos mucho más cercanos de centros de comunidad global, rompe escalas o ghettos locales desde el punto de vista cultural, moral, ético. También nos prolifica, nos diluye, y nos convierte a todos en parte de un todo conjunto. Operar con estos elementos es imprescindible y aquí la tecnología permite que los contenidos locales no acaben prisioneros ni desapareciendo.
Si le tuviera que dar un consejo a esas empresas dedicadas al turismo, ¿sería en la línea de esa digitalización?
Por supuesto, pero no únicamente para ser capaces de mejorar sus negocios o atraer más gente. También para transformar su propia capacidad de producción. Es, por ejemplo, proteger la capacidad de aportar contenidos musicales locales frente a los globales, lo mismo con lo escénico o el merchandising; que este obedezca no únicamente a una estratificación de los productos. Todo eso solo se puede resolver adecuadamente si se tecnifican, si innovan, si se digitalizan.
Hablando de esos proyectos, ¿qué aspectos están tratando de mejorar ustedes ahora mismo del turismo?
Partimos de un análisis muy claro y es que hay una concentración de visitantes en el centro de Barcelona, con un alto nivel de masificación y con un equilibrio poco adecuado entre aportaciones positivas del turismo y externalidades negativas. Es decir, hay un peso todavía excesivamente evidente, por ejemplo, de algunos problemas de carácter convivencial y cívicos, gentrificación del mundo comercial...
¿Cómo lo queremos transformar? Con cuatro líneas grandes de trabajo. La primera es tecnificación, la capacidad de anticiparnos a la llegada del usuario para poder planificar con él. Este no es un problema únicamente de las políticas de promoción; debe funcionar en red con hoteles, centros socioculturales, espacios deportivos o universidades.
El segundo es la movilidad, ser capaces de establecer un perímetro central en la ciudad en el cual la intromisión del viajero sea lo más pequeña posible. Eso quiere decir que quien viene de la costa a Barcelona a pasar un día no pueda circular por la ciudad con su autocar como le dé la gana. El tercero tiene que ver con la transición ecológica. Es poner en el mapa del turista economía azul, verde, proyectos mucho más sostenibles en términos ecológicos, hacer formación energética, entre otros aspectos. El cuarto elemento es diversificar la ciudad, descentralizar los iconos culturales; que compitan con ese patrimonio del centro de la ciudad.
¿Puede concretar algún proyecto futuro?
Confío en que podamos desarrollar varios de manera inmediata con fondos europeos. Queremos poner en valor la parte ecológica del río Besós; mejorar toda la accesibilidad y el sistema cultural de Montjuic, como la milla de los museos de Barcelona; o abrir un puente con eventos de carácter deportivo que permita cambiar una parte importante de las aspiraciones de gente que nos visita.