¿Una economía sin dinero en efectivo será más o menos inclusiva? ¿Quién proporcionará más financiación a la economía a medio plazo, el sector bancario o "Silicon Valley"? ¿De quién te fiarás más para cederle tus datos personales, de los bancos o de "Silicon Valley"? La XIII Conferencia Internacional de Banca del Banco Santander debatió el impacto de la gran aceleración de los pagos digitales que la pandemia ha producido sobre el sistema financiero. Tales preguntas fueron respondidas por tres destacados expertos y por una encuesta hecha a los 2.900 asistentes remotos al debate.
Desde la primavera pasada, en Latinoamérica hay 35 millones de personas que hicieron pagos contactless (sin contacto) por vez primera en su vida; las transacciones contactless han subido un 40 por ciento en todo el mundo en unos pocos meses, y hay un 35% más de usuarios de servicios financieros usando pagos digitales. Son ejemplos expuestos por tres de los más reputados expertos del mundo en pagos digitales sobre cómo el mundo se dirige hoy rápidamente hacia una economía donde el dinero en efectivo va a desaparecer (un "mundo cashless", en inglés).
Una tendencia hiperacelerada en 2020 por la pandemia y que se va a incrementar mucho más en los próximos tres años, ya que estamos a punto de entrar en el siguiente paradigma tecnológico: velocidades de proceso digital gigantescas, móviles más eficientes y movimientos de volúmenes de datos personales de magnitudes inimaginables.
Estas circunstancias han sido puestas de manifiesto por Dan Schulman, consejero delegado y presidente de Paypal; Francisco D'Souza, fundador de Cognizant, miembro del World Economic Forum y asesor senior del Grupo Santander, y Nuria Oliver, cofundadora de ELLIS, laboratorio para el desarrollo de la investigación europea en inteligencia artificial, durante el segundo debate de la XIII Conferencia Internacional de Banca, el pasado 15 de octubre, organizada por Banco Santander. Esta conferencia se celebra por videoconferencia.
El debate sobre pagos digitales contó con la asistencia remota de 2.900 directivos y profesionales financieros y tecnológicos de todo el mundo. Los tres expertos coincidieron en opinar que, dada la realidad cashless hacia la que se aboca el mundo, sería recomendable que todos los protagonistas del sector financiero en el mundo (bancos, empresas fintech y otros agentes), junto a responsables políticos, reguladores y bancos centrales, busquen una cooperación mucho más estrecha que la que existe hoy en día, una cooperación que se anticipe a la innovación y no se limite a ir a remolque.
Incluso sería oportuno que en el futuro inmediato "se hable más de convergencia que de competencia" entre protagonistas financieros, para poder asegurar que el mundo cashless sea financieramente más inclusivo y justo para todos. Centenares de millones de personas en los continentes menos desarrollados aún ni siquiera tienen acceso a ningún servicio ni producto financiero.
Los expertos creen que se podría desarrollar una nueva gobernanza global financiera equitativa para todos los agentes, tanto bancos como empresas tecnológicas, que aseguraría más confianza, más seguridad y más transparencia en el sistema, en las transacciones y en la privacidad y seguridad de los datos que circulan por la red. Hoy, las regulaciones financieras nacionales e internacionales están vigentes para el sistema bancario, pero solo de modo muy limitado para otros agentes que también actúan parcialmente en el ámbito financiero, como es el caso de grandes empresas tecnológicas digitales (Facebook, Google, Amazon...).
Dan Schulman afirmó que "vamos a ver en los próximos tres años más cambios en los sistemas de pago que en los anteriores cincuenta". En su opinión, la pandemia ha acelerado la transformación digital de los negocios, no solo de los pagos, entre tres y cinco años, y que el mundo "necesita que las transacciones sean más baratas y el sistema financiero, menos complejo".
"El propio sistema, además de los reguladores y los bancos centrales -agregó Schulman-, tienen ahora mucha más presión para un cambio de los modelos de negocio, para modelos más inclusivos. La tecnología debería proporcionar un notable incremento de la inclusión (de personas desfavorecidas en multitud de países)... pero el desafío real no es la inclusión entendida como que esas personas tengan una cuenta corriente, sino que tengan salud financiera: que puedan ahorrar dinero, que puedan moverlo y que puedan moverlo con eficiencia".
El máximo responsable de Paypal explicó también que la computación cuántica, que "traerá una capacidad de proceso de datos jamás vista" hasta ahora, "lo equivalente a meter un cuatrillón de transistores en un chip", que estará disponible en los próximos cinco años, y que combinada con la introducción de grandes innovaciones en los sistemas de telecomunicaciones, va a generar velocidades de transmisión enormes.
Todo va a cambiar: "En muy poco tiempo nos vamos a bajar de Internet una película en un segundo y medio, las baterías de los móviles van a ser mucho más duraderas, el Internet de las cosas está aquí, los algoritmos de machine learning...". En ese mundo, la gran duda es cómo priorizar lo realmente fundamental para la gente: la confianza en las transacciones y en el uso de sus datos personales.
"Los servicios financieros, los reguladores, los bancos centrales... deben trabajar mano a mano en cómo proporcionar seguridad y protección de los datos, de la privacidad de las personas... Veo montones de jugadores metiéndose en el terreno de los pagos: marketplaces, compañías fintech, empresas telco... creo que tenemos que preparar un marco regulatorio correcto y completo para todos: compliance, gestión de riesgos, gestión de fraude... La pregunta es cómo podemos servir a los consumidores y a los pequeños negocios mejor que ahora. Hay mucho margen de mejora. Las plataformas financieras quieren ser bancos y los bancos quieren ser plataformas financieras. Las empresas de salud o de educación también quieren ser tecnológicas... Todos quieren ser tecnológicos. Los reguladores y la industria tecnológica han de verse a sí mismos más como partners, porque no son extraños: lo que todos quieren es promover la salud financiera".
Laura Oliver insistió en el enfoque de Schulman y coincidió en que los tres factores que deben primar en el sistema financiero mundial, en todos sus agentes sean cuales sean, son la "capacidad de hacerlo bien" (competence, en inglés), o sea, que no puede haber agentes financieros que no sepan de un determinado servicio financiero pero se lancen igualmente a ofrecerlo; la "confiabilidad" de quien participe en el sistema financiero, y la "honestidad y transparencia" de todas las operaciones.
"Según avancemos en la economía cashless, los volúmenes de datos personales que se manejen van a ser mayores. En ese contexto, la transparencia de cómo se analizan y cómo se utilizan los datos de la gente es fundamental". Al igual que Schulman, Oliver afirmó que "si no tenemos la gobernanza correcta no podemos construir la confianza", y destacó que la desaparición del dinero físico tiene para el sistema financiero y el mundo regulatorio otro incentivo: la eliminación de buena parte de las actividades ilegales asociadas a los billetes de banco de mayor valor, usados por grupos criminales para el lavado de dinero negro.
Francisco D'Souza, cuya empresa tecnológica digital Cognizant, de la que fue fundador y consejero delegado, es una de las startups de mayor éxito de la historia y lleva la última década incluida en índice Fortune 500 de mayores empresas, destacó la diferencia entre "fast money" (dinero rápido) y "slow money" (dinero lento). En su terminología, fast money se refiere a las transacciones diarias, a los pagos de facturas o recibos del día a día; y slow money habla de los productos financieros que necesita una persona: un seguro, la pensión, las inversiones...
"El modo en que una economía cashless impacta sobre ambos tipos de dinero es diferente": en opinión de D'Souza, históricamente la confianza del consumidor en una marca normalmente ha sido generada por productos slow money y que hoy en día, debido a la progresiva desaparición del dinero en efectivo y al uso masivo de pagos contactless con tecnologías populares, puede ser el fast money de cualquier entidad consiga generar confianza también en su slow money.
Durante el debate, Banco Santander, organizador de la XIII Conferencia, promovió entre los 2.900 asistentes remotos una encuesta con tres preguntas para aportar a las discusiones: 1) ¿Será más inclusiva o menos inclusiva una economía cashless? El 51% respondió que será más inclusiva. 2) ¿Quién proporcionará más financiación a la economía a medio plazo, los bancos o Silicon Valley?, en alusión genérica a las empresas fintech. La respuesta fue que los bancos en un 78%. 3) ¿De quién se fiará más para dejarle sus datos personales, de los bancos o de Silicon Valley? Las respuestas fueron un 92% favorables a los bancos.