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Yarivith González: “Mi filosofía es hacer una ciencia amigable con el medioambiente”

La química venezolana ha ganado el Premio Princesa de Girona Internacional 2024 por sus investigaciones en el reciclaje de baterías de iones de litio
La científica venezolana Yarivith Carolina González Peña, Premio Princesa de Girona Internacional 2024. Foto: cortesía.
La científica venezolana Yarivith Carolina González Peña, Premio Princesa de Girona Internacional 2024. Foto: cortesía.

A la científica venezolana Yarivith Carolina González Peña, el Premio Princesa de Girona Internacional 2024 le cayó como una bocanada de aire fresco. “Estaba en un momento de transición profesional y haber recibido esta oportunidad me motivó a seguir por el camino de la investigación y de la ciencia”, afirma en entrevista con Innovaspain desde Suecia, donde se instaló hace cerca de medio año.

González Peña fue reconocida con dicho galardón por “su destacada labor en investigación química, incluyendo el reciclaje de metales en baterías de iones de litio, por su trabajo en promover la educación ambiental y por llevar la ciencia a los colegios en América Latina”, destacó el jurado.

La científica de 35 años, originaria de Barquisimeto, en el noroeste de Venezuela, (“la ciudad musical y de los crepúsculos más lindos que he visto en mi vida”, destaca), es licenciada en Química, Magíster en Ciencias Ambientales, así como en Educación, Ambiente y Desarrollo Sostenible. Y está a punto de convertirse en doctora en Química por la Universidad Nacional de San Luis, Argentina.

Yarivith Carolina González Peña. Foto: Prensa UNSL.

González Peña es autora de una patente y de varias publicaciones científicas en revistas de alto impacto internacional, y ha sido reconocida en el ranking de los 500 proyectos de ciencia, tecnología y medioambiente más importantes de Latinoamérica “Green Awards 2022-2023”. 

Pero en la búsqueda de superarse se ha visto obligada a salir de su “zona de confort”, asegura. “Llevo más de 10 años siendo inmigrante en diferentes países y muchas veces me ha tocado buscar la superación personal por un camino que no precisamente ha sido el profesional”, destaca.

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La primera vez que emigró de Venezuela hace cerca de ocho años, tenía que compaginar sus estudios con trabajos en hostelería. Y lo dice con orgullo. “Considero que mi perfil profesional es fruto de lo que aprendí trabajando en atención al público”, señala.

En Argentina conoció al grupo de metalurgia extractiva de la Universidad Nacional de San Luis, con el que sigue trabajando a la distancia. La investigación de González Peña se enfoca en el desarrollo de métodos y procesos sostenibles para el reciclado y recuperación de metales valiosos provenientes de baterías de iones de litio de vehículos eléctricos y residuos electrónicos. El objetivo es recuperar metales de alto valor como el litio, cobalto, manganeso, níquel o grafito para reutilizarlos en la fabricación de nuevas baterías para móviles y autos eléctricos, y disminuir el impacto ambiental al final del ciclo de vida de las baterías.

“Estamos aprovechando un residuo que es catalogado como basura para extraer un metal de alto valor, que previamente fue extraído de un recurso natural no renovable, como por ejemplo, los salares en Argentina, o en Bolivia, donde se extrae el litio para fabricar una batería”, añade. Estos país, junto con Chile, albergan una de las mayores reservas de litio del planeta, conocida como el Triángulo del Litio.

González Peña es, además, miembro activo y voluntaria de diferentes ONGs que desarrollan trabajos sociales ambientales en Latinoamérica y el Caribe, y facilitadora regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA-ONU.

De esta manera, la investigadora ha podido conjugar sus dos intereses: la ciencia y el cuidado del medioambiente. “Mi filosofía de vida es hacer una ciencia que pueda ser amigable con el medioambiente”, afirma. 

Yarivith G. P. impartiendo una clase. Foto: cortesía.

“La vida es un laboratorio”

Tras años en Argentina, la química volvió a su país natal. Pero la situación política y económica la obligó a volver a hacer las maletas. Esta vez decidió irse con su esposo a Suecia. Se fue dispuesta a todo y pensó: “No importa si tengo que volver a cambiarme la bata de laboratorio para ponerme un delantal, lo hago con mucho orgullo, porque siento que de eso se trata la vida, de ir tras lo que uno quiere, pero sin abandonar tus ideales”, asegura. Aunque no fue necesario. La investigadora fue contratada por una empresa para integrar un grupo de I+D que desarrolla tecnologías para el reciclaje de baterías de ion litio.

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González Peña transmite la calma de quien sabe lo que hace, de quien tiene claro cuál es su camino, aunque en este pueda haber obstáculos. “Creo que la vida como tal es un laboratorio, siempre estás experimentando desde diferentes puntos de vista, a ver qué puede suceder. Es probar una y otra vez hasta que te sale algo”, reflexiona.

Y al recordar sus raíces, se emociona. “Mis padres son personas autodidactas. Mi papá aprendió a armar y desarmar con sus propias manos motores de auto, de camiones grandes. Yo veía que lo hacía con mucha pasión, sin necesidad de haber estudiado, sin necesidad de ser un ingeniero o un científico. Y mi madre siempre estaba con él y yo veía cómo entre los dos armaban el motor de una gandola gigante, en su propia casa”, recuerda con orgullo, “entonces, eso generó en mí la curiosidad de hacer cosas con mis manos”.

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