La Inteligencia Artificial y la Robótica han traspasado los horizontes previstos, acercándose, y en muchos casos superando, lo que eran hipótesis que podían definirse como ciencia-ficción.
Estamos ante una revolución donde la robótica clásica, que es muy reciente, queda superada por una serie de realidades y expectativas próximas que la acercan a lo cotidiano como lo puede ser la educación, la salud o el ocio.
Y abren interrogantes: ¿cuál es el papel de las empresas españolas en esta fase crucial?, ¿somos capaces de convivir con máquinas inteligentes?, ¿cómo asimila la sociedad este escenario?
Una oportunidad para generar conocimiento; para el debate y la reflexión en torno a temas que nos afectan a todos, mucho más allá de lo que imaginamos…
La sede de la Real Academia de Ingeniería, en pleno centro histórico de Madrid, ha acogido una nueva edición de El Brunch de Innovaspain. Un encuentro centrado en esta ocasión en los diferentes avances de la empresa española en los campos de la Inteligencia Artificial y la robótica; una oportunidad para generar debate y para poner sobre la mesa aspectos que nos afectan mucho más de lo que imaginamos. Tecnología, innovación y filosofía se han codeado por alzarse como la disciplina protagonista, y el resultado ha sido de empate técnico. Patrocinado por Taiger y GMV, el Brunch ha contado también con la intervención de la Universidad Carlos III de Madrid.
Hace unos años, menos de los que pensamos, fantaseábamos con los universos dibujados por genios como Asimov. En un mundo globalizado por la tecnología, en el que cualquier cosa parece posible, ¿hemos perdido la capacidad de soñar? En la apertura del acto, Javier Pérez Vargas, director gerente de la Real Academia de Ingeniería, respondía a la pregunta, parecida también a la que se hizo Plinio -"¿Cuántas cosas juzgamos como imposibles antes de hacerlas?"-. “Ninguno de los que estamos aquí lo sabemos. Por el momento, el reto pasa por poner al servicio de la sociedad los avances; resolver problemas, aspirar a otros escenarios, conseguir nuevos objetivos. A eso se dedica la ingeniería, y no es un destino, sino un camino que no tiene límites”. Pérez Vargas se ha mostrado satisfecho con el papel actual de la ingeniería española –“felizmente lo de española es una verdad a medias, ya que hoy es global”- y con la importancia creciente de esos “hijos adoptados” como son la innovación y el emprendimiento que permiten rentabilizar el conocimiento. Sobre sus experiencias ‘robóticas’, ha recordado los viejos cines de la Gran Vía madrileña, “no los de ahora, sino los que incitaban a la imaginación”, y al estreno de La Guerra de las Galaxias como la primera vez en la que fue consciente de la importancia, hoy constatada, de un área “que crecerá exponencialmente en los próximos años”.
“En 1982, el investigador norteamericano John Naisbitt, decía en su libro Megatrends que ‘nos estamos ahogando en información mientras nos morimos de hambre de conocimiento’. Este ha sido el leitmotiv de Taiger desde su nacimiento en 2009”. Así ha comenzado Domingo Senise su intervención. El Marketing & DACH Business Development VP de Taiger, ha recordado cómo la compañía, que empezó su actividad como spin off del departamento de semántica computacional de la Universidad de Innsbruck tardó en encontrar su sitio. “Más que un reto, fue una locura. Teníamos una tecnología muy disruptiva, y los pocos que nos recibían nos miraban como si estuviéramos locos. Además de los defectos que pudiera tener nuestra propuesta de valor, llegamos demasiado pronto al mercado, un mercado que no estaba ni dispuesto ni preparado para implementar nuestra tecnología”. Una “travesía en el desierto” -salpicada por algún golpe de suerte-que les sirvió para analizar qué estaban haciendo mal. “Sería injusto decir que la culpa era solo de factores exógenos. Adaptamos nuestro lenguaje, dejamos a un lado los tecnicismos, empezamos a comunicar quiénes éramos y lo que hacíamos, invertimos en marketing, cambiamos de nombre, pusimos en marcha una nueva web e incrementamos nuestra presencia en foros, eventos y en redes sociales, aunque somos conscientes de que nunca tendremos los millones de seguidores de Justin Bieber”.
Hoy tienen clara su definición: “Somos una empresa de Inteligencia Artificial que a partir de conocimientos de semántica computacional, procesamiento del lenguaje natural y recuperación de información ha desarrollado una serie de soluciones mediante las que facilitar la gestión y el acceso al conocimiento corporativo además de mejorar -o más bien humanizar- la interacción hombre-máquina”. Con sede central en Madrid, Taiger está presente en Chicago, San Francisco, Londres, Ginebra y Singapur, y cuenta entre sus clientes con el propio gobierno del país asiático (trabajando gracias a su solución iConverse para el HDB, que podría emular en nuestro país al antiguo Instituto de Vivienda Pública), Vodafone ONO, Banco Santander, el IMSERSO, Sony DADC, Repsol, Endesa...
De la Inteligencia Artificial al terreno de la industria robótica nos llevó Alberto Medina Andrés, Jefe de Sección de Robótica, Space Systems Business Unit de GMV. Pionera en España en poner el foco en el espacio exterior, nació también como spin off, en este caso de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica de Madrid. La antigua Grupo de Dinámica de Vuelo cumplía 30 años en 2014 y hoy goza de una excelente salud, cuenta con mas de 1.000 empleados y una destacada presencia internacional. Con el paso del tiempo, GMV ha diversificado su actividad, con las miras puestas en el sector espacial (su tecnología en centros de control ‘mueve’ más de 300 satélites), pero sin desatender nuevas oportunidades en las TIC’s, la Defensa o la Sanidad. “Estamos muy satisfechos con los avances desarrollados en sistemas de navegación y gestionamos flotas de transporte público en más de 60 ciudades”. En robótica, “en los últimos 5-10 años, GMV entiende este mercado como un área estratégica, sobre todo en lo que respecta al sector espacial” Y es que el la mano de obra de un astronauta es cara, y el espacio se enfrenta a tres factores: “dangeorus, difficult and distance”.
Con el cine de nuevo como principal ‘promotor’ de la robótica -“es cierto que películas recientes han elevado demasiado las expectativas de la gente"- Medina ha citado algunos condicionantes favorables para su desarrollo como “la introducción de la robótica en la educación, el abaratamiento de los sensores, la impresión en 3D, el diseño de manos con varios dedos y sus posibilidades, el Internet de las Cosas, software avanzado, etc”. En la sede de GMV en Tres Cantos disponen de un espacio que emula el terreno marciano, idóneo para probar en tierra los robots. “En 2018 estará disponible un robot capacitado para localizar vida orgánica. Será fabricado en Reino Unido pero nos encargaremos del centro de control”. Por otro lado, y aunque la secuencia más habitual de estas máquinas es ver-pensar y actuar, “hemos creado una solución que permite pensar y ejecutar a la vez, por lo que podemos trabajar en tiempo real y mejorar la eficiencia”.
Y tras dos spin off, ha intervenido la propia Universidad, representada por Miguel Ángel Salichs, Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid y Responsable de la Secretaría Técnica de la Plataforma Tecnológica Española de Robótica (HispaRob). “Es indudable que los avances de los últimos años son importantes, pero aún queda mucho trabajo por hacer”. En contraposición a una visión hiper optimista de la industria robótica, Salichs ha mostrado, en forma de vídeo, dos ejemplos que invitan a adoptar una postura realista. En el primero, correspondiente a una reciente convocatoria promovida por la DARPA (la americana Defense Advanced Research Projects Agency) en la que incitaba a importantes grupos de investigación de todo el mundo a diseñar humanoides capaces de hacer tareas sencillas como abrir una puerta, andar por terrenos complicados o subir a un coche. “El resultado, pese a los millones de dólares del premio, es que la inmensa mayoría no fue capaz y acabó por lo suelos”. Algo parecido le ocurrió al robots japonés que, tras una exhibición de habilidades, no fue capaz de entender que Angela Merkel le tendía la mano a modo de saludo. “La explicación es sencilla, no supieron hacer los que se les pedía porque no estaba en el guión y porque no se encontraban en un entorno preparado para ellos, que es la causa por la que los robots industriales sí funcionan. Hoy, si queremos sustituir a un humano por un robot habría que reinventar ese entorno laboral, no es tan sencillo; hay dificultades de procesamiento de información, manipulación de objetos, locomoción, autonomía energética, interacción humano-robot…”
En esta línea, Domingo Senise se ha remontado 25 años atrás cuando estudiaba lingüística en la Universidad de Salamanca. “Fue entonces cuando escuché hablar por primera vez del procesamiento del lenguaje natural y de unos locos que en Estados Unidos trataban de hacer que las máquinas entendieran el lenguaje de las personas. Hoy, la panda de locos ha crecido, yo me incluyo entre ellos, pero aún estamos intentando que las máquinas se expresen en alguno de los miles de idiomas que se hablan en este planeta. Desde los años 50 algo hemos avanzado, pero siempre delimitando y acotando perfectamente la interacción hombre-máquina. Mi humilde opinión es que aún estamos lejos de lograr una máquina capaz de conversar con una persona o de desarrollar un discurso razonado a partir de un intercambio de mensajes”. Y, aunque “es probable que nuestra mente esté organizada para entender las normas lingüísticas sin casi darse cuenta de ello, transformar ese conocimiento inconsciente en un conjunto de reglas estandarizas que permitan hablar a una máquina es harina de otro costal”.
Bill Gates o Stephen Hawking han mostrado públicamente sus reticencias hacia la Inteligencia Artificial por una supuesta evolución hacia terrenos peligrosos. Sobre ese debate, Senise cree que nunca se le había dado tanta publicidad al asunto. “No es tan terrible. Le queda mucho, no solo para llegar a ser una amenaza para la humanidad, si es que alguna vez llega a serlo, sino para replicar ciertas capacidades humanas. La Inteligencia Artificial es como ‘Los Rolling’, ha llegado para quedarse y no debemos tenerle miedo. Ligando al ser humano con la máquina conseguiremos mejorar el mundo o los mundos que podamos habitar”. Para Alberto Medina, “antes de entrar en esas cuestiones tenemos muchos problemas que resolver. ¿Por qué construir un humanoide si aún no saben mantenerse en pie? Hay soluciones más simples que pueden resolver problemas particulares, ahorran costes y mantienen la competitividad".
Como comentaba Salichs al cierre de su intervención, a la robótica le espera un futuro muy claro. “Tendremos, queramos o no, robots entre nosotros; pero están en una fase primaria de desarrollo. Hay retos y también oportunidades porque las empresas pueden subirse a un tren que empieza a salir, que aún no va a toda velocidad”.