Dentro de la labor que realiza en el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), el laboratorio de innovación del BID, Zachary Levey ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a poner en marcha un nuevo instrumento financiero para los países de América Latina. Se trata de los Bonos de Impacto Social, “un producto muy innovador que apuesta por la colaboración entre el sector público, el privado y la sociedad civil”, según sus propias palabras. La filosofía está clara: se paga por resultados conseguidos.
“Está orientado a mejorar las vidas de poblaciones vulnerables de manera tangible”, afirma este asociado senior que lidera la gama de iniciativas relacionadas con las finanzas ambientales, la inversión de impacto, los vínculos de impacto social y la innovación social. En 2016, encabezó el equipo que diseñó y lanzó el primer enlace de impacto social en el mundo para un mercado emergente.
El primer Bono de Impacto Social que se desarrolla en un país emergente comenzó el pasado mes de abril en tierras colombianas y se centra en combatir el desempleo crónico que sufren algunas poblaciones. El BID y los gobiernos de Suiza y Colombia se encargan de financiar un proyecto en el que prima la colocación, “de manera sostenible y formal, de personas que son víctimas del conflicto armado, mucho de ellos desplazados”
Mujeres de Colombia
Poco después se ha puesto en funcionamiento el segundo Bono de Impacto Social, en esta ocasión, en México. Se financia así “un programa muy intenso enfocado en sacar un grupo de mujeres jefes de familia (hogares monoparentales) de Guadalajara, en el Estado de Jalisco”.
Siempre bajo el principio de ‘pago por resultados’: Si esas mujeres “aumentan sus ingresos de una forma sostenible”, se abona la ayuda. La intervención dura 18 meses y comienza con un curso de educación financiera básica impartido a las participantes (muchas de ellas mujeres que, además de la pobreza, son víctimas de otros problemas, como la violencia doméstica, por ejemplo).
Luego las actuaciones si dirigen a impulsar la autoestima y a orientar a adquirir habilidades blandas. También se lleva a cabo un curso empresarial sobre negocios y, durante todo este tiempo, hay un servicio de mentoría individualizado.
“Si fuera fácil sacar a una persona de la pobreza, no tendríamos pobreza”, afirma Zachary Levey. El bono es distinto a otras ayudas porque “permite financiación a largo plazo y flexibilidad”. “No hay ninguna entidad diciendo ‘esto es lo que hay que hacer’, todo se enfoca al resultado”, añade.
La financiación, además de provenir del propio BID y de los Administraciones públicas, es posible gracias al dinero que viene de una serie de inversores “que quieren un retorno financiero y social”. Y no son tan difícil de encontrar como se podría imaginar en un primer momento.
“Hay muchos más inversores de los que pensamos buscando un retorno social –afirma este asociado senior del FOMIN-. Existen pocas oportunidades de invertir en algo que, además de proporcionar un retorno económico, va a mejorar tu comunidad”.
La entrevista, concedida en el marco de la celebración de la última edición de NESI Forum, en Málaga, acaba con una pregunta de carácter político. ¿Le preocupa que la llegada de Donald Trump pueda afectar a la región? Las respuesta es negativa. “Los países de América Latina han crecido un montón en los últimos años y ya no son tan dependientes de los Estados Unidos”.