Desde que en 2004 fuera detectado por primera vez en España, el mosquito tigre no ha hecho más que ampliar sus dominios hasta convertirse en un problema de primer orden. El aumento de las temperaturas empeora la situación, sobre todo en la costa mediterránea. Hace unos meses, la Comunidad Valenciana lanzaba una convocatoria pública que ascendía a los 300.000 euros para luchar contra el mosquito tigre.
La postura de la administración valenciana es una excepción ya que, por norma general, la erradicación de este insecto no ha sido entendida con la rotundidad necesaria desde la esfera pública. Así lo percibe Pascual Martínez, doctor en Ingeniería Química y uno de los artífices de Planeta Zero Mossie, la empresa que se ha propuesto poner en manos de la ciudadanía las herramientas necesarias para frenar la proliferación de este mosquito, capaz de transmitir virus como el Zika, el dengue, la fiebre amarilla, el chikungunya o el virus del Nilo.
Una vez más, a la activación del ingenio le precede un problema personal. “A lo largo de mi trayectoria, he desarrollado soluciones para terceros. Esto cambia cuando el jardín de mi casa en Alicante es invadido por nubes de mosquitos tigre. Entonces empecé a darle vueltas a hacer algo diferente respecto a las propuestas actuales”, explica Pascual Martínez a este periódico. El resultado de dos años de trabajo son unas etiquetas adhesivas que, ubicadas allí donde se acumula el agua en una parcela o en el jardín de un hotel -por ejemplo, platos de macetas, jarrones de exterior u otros recipientes- evitan que las larvas del mosquito tigre ‘abandonen el nido’ y por tanto no lleguen a la fase adulta.
¿Cómo lo hacen?
El primer reto al que se enfrentaron los integrantes de Planeta Zero Mossie -fundamentalmente químicos, médicos y biólogos- fue la construcción de un insectario propio (sólo hay cinco en el mundo) en el que realizar todas las pruebas y pilotos necesarios. “En España existe un único laboratorio donde es posible hacer ensayos con mosquito tigre. Técnicamente, lo que hemos logrado tiene un altísimo valor”.
En el diseño de las pegatinas prevalecieron el respeto por el medioambiente y la preservación de la salud. “La sustancia que libera el adhesivo modifica la tensión superficial del agua, y el mosquito se ahoga”. Esta muerte ‘natural’, entraña una de las diferencias más importantes sobre otros remedios a escala doméstica, como los repelentes. “Los repelentes, que no dejan de ser biocidas, sirven para matar moscas a cañonazos. Una vez sobre nuestra piel, no dejamos de respirarlos. La opción más inteligente no es precisamente aquella que utiliza químicos que circulan sin control en el ambiente. Hemos pensado en la seguridad del consumidor”.
Los efectos de cada Zero Mossie duran cuatro semanas. La pegatina está fabricada con material 100 % reciclado; un residuo que es molido y transformado en una película sobre la que se incorpora el agente. “Habría sido más sencillo desarrollarlo en formato ‘galleta’ en lugar de adhesivo, pero corríamos el riesgo de que mascotas o niños lo manipularan y se lo introdujeran en la boca”.
Proyección internacional
“En el ámbito doméstico no existe nada igual”, asegura Martínez. La compañía ha patentado en España la combinación de distintas láminas integradas en el adhesivo y su capacidad para neutralizar las larvas de mosquito tigre. La solicitud de la patente internacional está en este momento en revisión. “Todos podemos contribuir a mitigar los efectos nocivos de esta y otras plagas. Es un planteamiento similar al del frenar la transmisión del COVID-19: si yo me protejo y tomos las medidas oportunas, también te protejo a ti. Pensemos que estos mosquitos apenas vuelan más de 12 metros de distancia, lo que lleva a pensar que los que nos piquen están en nuestras dependencias o muy cerca. El objetivo es trasladar a todo el mundo una capacidad de actuación hasta ahora solo en manos de los profesionales de control de plagas”, detalla Martínez.
Certificado por Quimera Biological Systems y Eurofins Scientific, Zero Mossie es también uno de los 15 proyectos seleccionados y financiados por la European Light Industries Innovation and Technology (ELIIT Project) de la Unión Europea. “Si a esto sumamos la inversión de los socios, hablamos de un impulso inicial que ronda los 250.000 euros.
Ahora están inmersos en construir una marca que sea reconocida por el consumidor antes de dar el salto a los lineales de la gran distribución o a Amazon. Esta estrategia digital ha llevado a la compañía a dar prioridad a la puesta en marcha de un e-commerce propio donde ya es posible adquirir las pegatinas.
Después del mosquito tigre
“Queremos que el consumidor sepa que somos la solución a este problema en el ámbito privado, ya hablemos de casas particulares, urbanizaciones u hoteles. En resumen, lugares donde un ayuntamiento no pueda fumigarnos, si es que tenemos esa suerte”. Martínez insiste en los déficits de la gestión pública a la hora de combatir las plagas, no solo en lo que respecta al mosquito tigre. “El mantenimiento es cada vez más escaso. La presión del turismo desborda Levante cada verano en materia de aguas, depuradoras… Todo se descontrola si no es atajado de inicio”.
A ello no ayuda un clima más próximo a lo tropical cada año que pasa. “Al mosquito tigre le gusta el ciclo agua-sol característico del clima tropical. Que llueva, que el agua se estanque y después se seque. Entonces ponen los huevos, la mitad (pueden estar seis meses latentes) eclosiona cuando vuelve el agua. La otra mitad, en el siguiente ciclo. Es un mecanismo progresivo de supervivencia. Y son agresivos, mucho más que el mosquito tradicional, al que ya han desplazado. Detrás del mosquito tigre vendrán otros, con el añadido de la transmisión de enfermedades. Es ahí donde tenemos puesto el foco más a largo plazo”, concluye Pascual Martínez.